Me dirigia por mi ruta diaria en la carretera panamericana a dejar a mis hijos al colegio cuando repentinamente se me atravesó un microbus que casi me saca de la calle.
Después del susto me percaté que arriba del vidrio de atrás había un mensaje de Dios, escrito en mayúsculas y con mucho énfasis, como suelen tener los buses y microbuses.
Fue entonces que Dios puso en mi corazón el pensamiento que muchas veces nosotros actuamos de la misma manera como el microbusero.
Por fuera llevamos un mensaje pero nuestra actitud dice otro. Amigas (os) busquemos estar en la presencia de Dios y leamos su palabra para que nos limpie, nos enseñe y así nuestra vida sea congruente con lo que predicamos.
No sea que Dios nos exhorte como lo hizo con los fariseos y nos llame hipócritas o que tengamos que pasar un prueba muy dura para llegar a comprender que estamos actuando en contra de voluntad y deshonrándolo a El como Dios de todo el universo y la creación.
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